Sostenibilidad o extinción. Las instituciones culturales quieren reducir costes en consumo energético para liberar recursos que puedan ser dedicados a políticas públicas. Y, al tiempo, anular su huella de carbono con la conversión de sus edificios en espacios de eficiencia energética y de uso de energías renovables. El Teatro Real ha dado el primer paso en la decisiva carrera por la lucha contra el cambio climático. En un año se convertirá en “el primer edificio Bien de Interés Cultural (BIC) de consumo nulo”, explica Pablo Durán, uno de los arquitectos responsables del ambicioso plan que descarbonizará la institución.
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