"No me apetece beber más, pero solo porque no me roben dinero; pienso gastarme los seis euros que me quedan en la última cerveza". Javier fue uno de los más de 70.000 asistentes del Mad Cool celebrado en Madrid entre los pasados 7 y 9 de julio; y que pagó la comida y bebida que tomó durante el festival con las pulseras 'cashless'. Los trozos de tela con un chip pegado que funcionaron como monederos durante el festival, y que continúan yendo acompañados, en ocasiones, de cláusulas abusivas que podrían vulnerar la ley.