La escena, el debate, las palabras y las consecuencias resultan familiares. Un señor mayor de tono gritón habla deprisa, repite que todo es “horrible”, llama a la periodista que tiene enfrente “asquerosa” y le suelta un torrente de mentiras mientras ella no da abasto para corregir lo que dice el entrevistado y un grupo de personas aplaude los insultos contra ella y cualquier cosa que diga el hombre en defensa del abuso sexual, la equidistancia entre el agresor y el agredido en Ucrania o un intento de golpe de Estado en su país.