Dos días después del comienzo de la guerra de Nagorno Karabaj, sin decir nada a su familia, Norik partió hacia la autoproclamada República de Artsaj. Este joven de 36 años decidió alistarse en el ejército armenio y luchar por el territorio que consideraba su tierra, disputado por Armenia y Azerbaiyán. En aquel momento, grandes carteles con el lema "Vamos a ganar" ocupaban las principales calles de la capital armenia y la ciudadanía se volcaba unida en apoyo a las fuerzas armadas y los desplazados del conflicto.