Dos semanas de cuarentena en hoteles y sanatorios rusos. Durante más de un año y con el fin de proteger del coronavirus al presidente ruso de 68 años, ese ha sido el protocolo para todo el que quisiera acercarse a Vladimir Putin a una distancia en la que las respiraciones podían cruzarse.
Desde marzo de 2020, para encontrarse con el líder del Kremlin, o simplemente para estar cerca de él, se han encerrado poderosos empresarios, gobernadores regionales, voluntarios de una conferencia económica, pilotos, miembros del personal médico y hasta unos veteranos de la segunda guerra mundial.