En la ciudad argentina de Córdoba un grupo de siete amigas habla sorprendidas de que ninguna de ellas ha tenido un embarazo no deseado. En el país se producen alrededor de 450.000 abortos inducidos cada año, según cifras de Amnistía Internacional. Una semana después de esa conversación, Joy (nombre ficticio para proteger su anonimato) empezó a notar náuseas, algo que achacó a su irregularidad a la hora de menstruar. Tal y como ella misma afirma, algunos síntomas iban a más, así que decidió hacerse una prueba de embarazo unos días después. “Cuando vi que el resultado era positivo yo estaba muy tranquila porque tenía claro que quería abortar y conocía todo el proceso para hacerlo de la forma más segura, aunque fuera de manera clandestina”, relata esta estudiante de psicología de 24 años.