Cuando Yousef al-Dawi intenta conciliar el sueño en casa de su tía, en Rafah, imagina que apoya la cabeza en las manos de su madre, que su padre le lleva de excursión y, sobre todo, que aprende a nadar con su hermano Mahmoud. Es decir, piensa en un mundo que ya no existe.
La bomba que cayó en la casa de su familia en Jabaliya a medianoche del 23 de octubre mató a toda su familia y lo dejó inmovilizado bajo los escombros. Pasaron tres días antes de que recuperara el conocimiento en una cama de hospital.
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