El pasado verano, el billete mensual de nueve euros que daba acceso al transporte urbano y de cercanías para toda Alemania resultó un reconocido éxito en la política del canciller Olaf Scholz. Se vendieron casi 60 millones de unidades de esos tiques, una cantidad que equivale a decir que casi el 75% de la población de Alemania adquirió una vez ese billete.
De algo serviría a Scholz y compañía esa experiencia, valorada en 2.500 millones de euros y enmarcada en las tan abundantes como costosas medidas puestas en marcha por el Gobierno alemán para luchar contra la inflación.