Fue en Cannes donde George Miller se plantó en 2015 para dejar a todos con la boca abierta. Nadie se esperaba que la secuela tardía de la saga postapocalíptica que comenzó en 1979 con Mel Gibson a la cabeza regresara convertida en una imponente película de acción que conseguía lo más difícil, esa sensación de preguntarse todo el rato cómo habrán hecho eso. Mad Max: Fury Road sorprendía al convertirse en una sucesión de 'set pieces' apabullantes.