Cristina Peñamarín tenía veinte años el día que sucedió todo. Recuerda la ropa que llevaba, el tiempo que hacía y con quien estaba cuando le llegó la noticia. Fue uno de esos momentos que se graban en la memoria por el impacto. “Era una estudiante en mis primeros años de universidad y estábamos haciendo cola en Las Salesas por el juicio del 1001 —proceso contra la cúpula clandestina de Comisiones Obreras— cuando se empezó a correr la voz: “¡Que han matado a Carrero! ¡Que han matado a Carrero! Idos a casa”, nos decían.
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