ARCO 2021 celebra su 40ª edición de una forma inusual: con menos galerías (130 frente a las 209 de 2020), el aforo reducido hasta la mitad, más espacio en los pasillos y en el mes de julio, cuando lo normal habría sido en febrero. La pandemia sigue presente en el ambiente, pero no tanto en las obras colgadas en las paredes: apenas existen creaciones que aludan de forma explícita al COVID-19. Parece más, en realidad, como si la feria de arte contemporáneo ya estuviera vacunada contra el coronavirus y buscara mirar hacia otro lado tras un año que afectó al mundo en general y a la cultura en particular.