Diez años trabajando en una editorial especializada en textos periodísticos me han enseñado dos cosas. La primera es que soy un candidato excepcional cuando los medios de comunicación buscan que alguien les escriba el obituario de un periodista famoso. En este mismo medio escribí el de Tom Wolfe, y ahora estás leyendo el de Janet Malcolm, periodista que nació en Praga en 1934, que empezó a escribir en The New Yorker en 1963, que publicó su último artículo en ese medio hace dos años y que ha muerto esta semana en Nueva York a los 86 años por un cáncer de pulmón.