Durante el pasado mes de noviembre, quien enviaba un correo electrónico a la escritora María Negroni recibía la misma respuesta automática: “Estaré concentrada en la escritura hasta fin de mes. Responderé los mensajes en cuanto pueda”. El sueño dorado de muchas y muchos literatos que tienen que sacar tiempo entre trabajos alimenticios y otros quehaceres obligatorios para sentarse a teclear. La argentina estaba en la residencia literaria que la Fundación Finestres tiene en la Costa Brava catalana, un trasunto de resort de lujo para creadores, por donde también han transitado Mariana Enríquez, Elif Batuman, Pol Guasch o Gabriela Wiener entre otros afortunados.
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