Despoetizar el lenguaje sin perder lo bello. Colocar la palabra precisa y dar nombre a aquello que no lo tiene. Poner el foco donde ningún poeta es capaz de ponerlo: en el bajo mundo y la dureza de la exclusión social. Bajar la cabeza ante versos que te hacen observar esa espiral que impulsa a personas fuera de la sociedad. Sentir con cada poema que somos parte de un sistema injusto e inhumano. Explorar las zonas más oscuras de la ciudad y también nuestros lóbregos entresijos interiores.
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