Instalaciones sanitarias desbordadas. Afluencia constante de heridos. Equipos agotados, trabajando sin descanso para tratar a los pacientes. Víctimas que aumentan demasiado rápido como para seguir el ritmo. A medida que Gaza se queda sin electricidad y los suministros escasean, aumenta particularmente la preocupación por la situación de los hospitales del enclave palestino densamente poblado, que ha sido bombardeado intensamente por las tropas israelíes durante los últimos cinco días tras el ataque de la milicia Hamás.
El balance de víctimas sigue subiendo en Gaza: al menos 1.500 personas han muerto, entre ellas 500 niños, y 6.600 han resultado heridas, según las autoridades palestinas.