El 14 de diciembre de 2012, un joven de 20 años entró con un rifle de asalto, dos pistolas semiautomáticas y una escopeta en la escuela primaria de Sandy Hook, en Newtown (Connecticut), y se puso a disparar. Mató a 20 niños de seis y siete años, y a seis educadores. El shock nacional en Estados Unidos perdura, pero no logró cambiar de manera sustancial las leyes de control de armas. La masacre, además, generó una ola de mentiras que cuestionaban hasta la existencia de la tragedia y fueron inventadas por unos pocos y difundidas masivamente con la palanca de las redes sociales.