Frieda Hughes llevaba años viviendo en Australia pero deseaba echar raíces en el Reino Unido. Junto a su marido, buscó una casa de campo que pudiera moldear para convertirla en el hogar de sus sueños, el “hogar duradero” que no tuvo en su infancia. La encontró en Gales, en una mansión que se caía a pedazos, mitad victoriana y mitad georgiana, con una amplia explanada en la parte delantera. Allí podría pintar, escribir y aprender a mezclar hormigón. Las raíces que penetrarían esa tierra húmeda serían algo más que simbólicas pues ha pasado los últimos 20 años cultivando un jardín tan bello, frente a la puerta principal, que el propio Des Esseintes, protagonista de la novela de Huysmans A contrapelo, se quitaría el sombrero.