La primera jornada del último Consejo Europeo dejó a los líderes un sabor agridulce. Uno de los principales objetivos se cumplió al dar un espaldarazo a Ucrania abriendo las negociaciones para la adhesión a la UE tras sortear, de manera inédita, el veto de Viktor Orbán, que se ausentó de la sala para permitir la unanimidad. Pero las 16 horas de encierro acabaron sin acuerdo para otro de los asuntos clave de la cumbre: la revisión del Marco Financiero Plurianual, que requiere unanimidad.