Bancos de todo el mundo, especialmente europeos, han ido sellando en los últimos tiempos compromisos para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París, limitar la financiación a las industrias más contaminantes y alinear sus carteras con políticas medioambientalmente responsables. Sin embargo, el punto de partida no es nada halagüeño. Únicamente el coronavirus ha logrado provocar un freno en la financiación a sectores como el petróleo, el carbón o el gas, cinco años después de la firma del citado protocolo climático en la capital francesa.