En la provincia italiana de Bérgamo, la más afectada por la pandemia de coronavirus, las funerarias están desbordadas por el gran número de muertes. Los ataúdes se amontonan en las iglesias a la espera de un entierro y los cuerpos de quienes murieron en sus hogares se mantienen en habitaciones cerradas durante días.
Hasta el jueves, el COVID-19 había dejado un balance de 3.405 muertos en el país, y están siendo enterrados o incinerados sin rituales de despedida. Los que mueren en el hospital lo hacen solos y sus pertenencias son guardadas en bolsas de plástico que se colocan al lado de los ataúdes, a la espera de que los servicios funerarios se lleven el cuerpo.
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